Ruido
Aunque existen innumerables ruidos a nuestro alrededor y todo se confunde cuando hablamos los unos con los otros, de algún modo seguimos manteniendo el entendimiento, ahí vamos, poco a poco entendiéndonos. Y quizás perdiendo la capacidad de entendernos.
Pero probablemente el mayor ruido que genera interferencia entre lo que conversamos, entre la comunicación sea del modo que sea, es el ruido interior de nosotros mismos. Andamos con un mar de pensamientos uno tras otro sin descanso, nuestro cerebro va procesando a toda velocidad cada estímulo que consigue en nuestro entorno.
Ese bombardeo de estímulos está generando mucha interferencia. Una perturbación venida de lo que está ocurriendo, lo que recién dejamos atrás y lo que pensamos ocurrirá en el futuro. Es como intentar solventar todo en un mismo instante. Solventar me refiero a interpretar, y ese intento de interpretación genera una distracción constante.
La capacidad de conversar, hablar, escucharnos, entendernos, está quedando camuflada y dispersa en el aire por el inmenso ruido que hay en nuestro interior. Una interferencia que no percibimos porque poco a poco fuimos asimilando como normal.
Extraño las pausas en las conversaciones. Extraño quedarnos con interrogantes incluso como excusa para volver a reencontrarnos. Extraño ese descanso en la espera.
