Tu última bendición
Te fuiste y te llevaste una parte de mi ser, yo me quedé pero también me dejaste una parte de tu ser. Te fuiste y no pudimos despedirnos, el dolor fue intenso y hasta la fecha no he podido reponerme al cien por ciento, sé que el tiempo me irá sanando el alma poco a poco, sé que el tiempo me irá diciendo que estás bien en ese espacio que recreamos con la fe.
Todos los momentos compartidos contigo fueron intensos, llenos de alegría, tristezas, enojos, llenos de todo lo que el ser humano representa, llenos de calidad y valor, momentos llenos de sabores, de olores, de sonidos, de música, de arte. Hace un tiempo te describí en tu esencia, sin pena ni gloria, sino tal cual lo que eras. Excepcional y única, ejemplar, valiente, sencilla y a la vez inalcanzable, un ser sin par, sin igual, auténtica.
Hoy extraño tus mensajes, tus cariños a través del único medio que la realidad actual nos permite enlazar comunicación y relación a la distancia. Extraño cada mañana tus abrazos virtuales, tus escritos, tus poesías, tu bendición. Me quedo con eso para tenerte presente, me quedo con todos los recuerdos de esos momentos.
Me quedo con tu enseñanza y fe de que cuando mi turno llegue, nos encontraremos y volveremos a conversar, volveré a escucharte, volverás a acariciar mi cabello. Volverás a abrazarme y decirme: hijito.