Como una red de pescador

May 09, 2017
Humanos Reflexión Salud

Son grandes y radicales los estímulos que realmente nos hacen cambiar la personalidad o modo de ser, cambiar el cómo somos con los demás, cómo llevamos nuestra vida a diario, cómo afrontamos un problema; sin embargo muchos piensan que cualquier curso, experiencia o taller grupal para un crecimiento personal pudiera calzar en todas las personas del montón, como un patrón genérico, estándar, talla única, unisex; pero no es así.

Dicen que cada persona es un mundo y si observamos los estudios astronómicos de cada mundo, estos tienen características particulares bien definidas y propias, ningún mundo se parece a otro, de ser así ya estaríamos colonizando Marte o Venus, pero no.

Los seres humanos somos bien suspicaces en muchos aspectos, capaces de alimentarnos y retroalimentarnos desde la experiencia propia o de otras personas, respectivamente. Sabemos por naturaleza qué nos ofrece un beneficio, pero cuando algo nos “satisface” pero que en el fondo realmente perjudica, lo aprobamos de manera subconsciente con una lógica mediocre de justificación vaga y sin fundamentos.

Es allí donde intervienen muchas personas en el hecho de querer “apoyarnos” o “ayudarnos” a salir de esas justificaciones mediocres porque por nosotros mismos no podemos conseguir la salida, estamos situados en la zona de confort que mejor nos conviene en determinado momento y listo, que el mundo se caiga, allí nos quedamos.

No es posible cambiar esos trastornos, si se le pudieran llamar trastornos. De manera grupal y la única manera posible sería a personas que tienen cierto rango de edades y cultura, las cuales de manera fácil pueden ser adoctrinadas y enroladas a un camino donde otros quieren encaminar a dicho grupo de gente, tal como se promociona el marketing, el ejército armado, la religión, la demagogia, entre otros estereotipos parecidos.

Es la manera de “apoyo” y “ayuda” que ofrecen, el camino que otros dirigen por ti y si es en forma grupal mucho mejor, como una red de pescador.

Cualquiera diría que estoy criticando a quienes quieren “apoyar” o “ayudar”, pues sí, lo estoy haciendo. Masas de personas atrapadas en su trastorno psicológico arrastrado por una vergonzosa vida pasada que quien dirige el cambio ni siquiera sabe o conoce un ápice del por qué una persona es de determinada manera. Pero allí le van de frente en inducen la doctrina, fuerte y directa como inyección de una vacuna contra la rabia.

Un evento contraproducente para una persona que ya de por sí viene afectada desde mucho tiempo, cayendo en una constante repetición de confusión día tras día, haciendo de su nueva condición trastornada una vida poco realista, superficial, dentro de un yo interior que se conecta con otros capaces de entenderse hasta llegar al punto de ver su grupo equivocadamente como una élite privilegiada de conocimientos superiores a cualquier persona común.

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