Salir o salir
Me dije a mí mismo que trataría de no escribir enojado o indignado por alguna razón u otra, el escribir indignado provoca que mucha rabia se drene a través de las palabras que se plasman y muchas de las palabras hieren el corazón de quienes más amamos, pero también hieren el corazón de personas que quizás nunca en la vida lleguemos a conocer, pero como son palabras que hacen referencia a personas que estas personas desconocidas quizás sí amen, entonces conseguimos herirlas de cualquier forma.
Mi tema casi recurrente en estas líneas o publicaciones que escribo en el blog, va enfocado al ser humano, a la paz, va enfocado a las virtudes y los defectos de cada uno de nosotros, todo entorno a la experiencia de vida que tengo, no es mucha pero si viviera 60 años pudiera decir que estoy un poco más allá de la mitad del camino, que también es significativo.
Pero no puedo evitar no sentir indignación por las cosas que suceden especialmente en mi tierra, en mi país. Porque solo pensar el haber nacido en una tierra tan rica, tan privilegiada, tan llena de bendiciones cómo es posible que hombres que tienen la batuta del poder en sus manos son capaces de no entender el significado del servicio y la coordinación, el significado de los valores, de la verdad, de la justicia, cómo es posible que no conozcan el significado de amar.
Son poseedores de un estandarte de amor, igualdad, justicia, valores, entre otras características que encierra la ética y el carisma de ser humanos. Pero basta con voltear la mirada hacia las diferentes realidades que afronta la nación y solo una que se observe provoca una repulsión inmediata y denota una total falta de ética por parte de ellos.
Leo acerca de la vida de Lenin, reviso algunos hechos de la historia entre finales del siglo XIX y mediados del siglo XX, y veo una repetición de la historia enmarcada en una era que ya no se corresponde a esa historia. Los conocimientos que el ser humano ha adquirido en esta era, en esta época, son diferentes y ya contrastan con los conocimientos de aquellas épocas. Hoy la base del conocimiento y entendimiento de las cosas deberían estar en otro nivel de madurez y sobre todo, en el tema político de una nación.
Las personas por naturaleza tienen un instinto de supervivencia pero también tienen un instinto de discernimiento, cómo es posible que una comunidad siga cegada hacia aquellos que hablan de un nacionalismo y una justicia que se les debía pero ¿qué justicia hay ahora?
El enemigo natural y perpetuo de Venezuela es ella misma, no hay otro.
No hay un enemigo externo natural, nosotros mismos como ciudadanos, independientemente el sector social en donde nos sintamos identificados, el partido político en donde nos sentimos más cómodos, incluso la religión que practiquemos es cuestión de discernimiento y conciencia.
Hace poco hacía mención en que el respeto debería ser una de las leyes principales y fundamentales del ser humano, respeto de uno mismo para consigo mismo y respeto hacia los demás, si nos respetamos aprendemos a respetar a los demás.
Pero como nadie se respeta en Venezuela dejamos que nos falten el respeto como sea, perdemos la dignidad a cambio de “dádivas” que al final, nosotros mismos construimos.
La misión del venezolano es cambiar, es cambiar de raíz, dejar a un lado el orgullo, los fanatismos, cambiar y voltear la mirada hacia el discernimiento y la conciencia, aprender que no todo es un show, no todo es comedia, hay cosas serias que están sucediendo. Pero lo primero es salir o salir.