El milagro de una bala
Una bala tiene la posibilidad de ser impulsada a tal velocidad que superaría la velocidad del sonido en cuestión de segundos, una bala tiene la capacidad de rebotar en cuanta superficie plana se atraviese por el medio, una bala puede estar perdida y ser encontrada por cualquier cuerpo, aunque ese cuerpo no esté intencionalmente buscándola. Una bala puede alcanzar temperaturas extremas sin tener organismo viviente dentro de sí, una bala puede dar en el blanco, en el negro, en el rojo, en el verde, ella puede dar en cualquier color, una bala no discrimina raza, no discrimina tamaño, no discrimina conciencia, no discrimina religión.
Una bala tiene ese permiso de entrar y salir aun cuando nadie la ha invitado a pasar, cuando nadie le ha dicho que se vaya, una bala deja huellas sin tener piel, golpea sin tener puños, hace doler sin tener sentimientos. Una bala se vende mucho más que el oro, se compra mucho más que la conciencia, viaja a través del tiempo para conocer de historia, puede dormir en muchas recámaras, puede despertar a la luz del día o en la oscuridad de la noche, pues no cumple horarios. Siempre es acogida por buenos y malos, porque se hace útil ante la maldad y ante la bondad del ser humano.
Una bala puede ser medida milimétricamente por la ingeniería y buscada dentro un cuerpo por la medicina, una bala puede unir a mucha gente porque alguien fue tocado por la bala, puede separar a mucha gente porque alguien quiere tocar con una bala. Una bala puede cambiar el curso de la historia, y la historia se conocerá por la participación de una bala. Finalmente, una bala hoy incrementa su forma de ser milagrosa, porque hoy una bala se hace inteligente, supera habilidades del ser humano y que el mismo ser humano le ha brindado, pero el único y vergonzoso milagro de una bala, implica suprimir el milagro de una vida.
