Que arresten a los que fuman
Que arresten a los que fuman, no, mejor no, que arresten a los que venden cigarros; pero no, mejor no, que arresten a los que fabrican cigarro; ya va, un momento, mejor que arresten a quien siembra el tabaco, al que planta la semilla y cuida sus raíces.
Qué va, estoy siendo exagerado, mejor que arresten a la naturaleza que dejó crecer el tabaco libre en el follaje. Pero ya va, estoy leyendo el Génesis, fue Dios quien creó todo, habrá que arrestarlo a Él porque también creó el tabaco.
Ya aclarado el asunto, empecemos por las redes sociales, vamos a arrestar a un tuitero, dijo algo indebido, arréstenlo por tener conciencia y manifestar textualmente una idea; bueno, mejor no, es un simple usuario, arresten a el creador de Twitter, él tiene la culpa de dejar libre la aplicación para que cualquiera la use; aunque analizando un poco, el dueño de Twitter tampoco es responsable, mejor que arresten a quien sostiene Internet porque no está restringida como es debido, bueno, al final ese pobre equipo que sostiene Internet no tiene la culpa, arresten a quien creó Internet, él no supo diseñar una arquitectura de sistema con discernimiento entre lo que se debe dejar publicar y lo que no, ese es el culpable.
Si las cosas fuesen así de fácil, solo pensaríamos que un mandato para arrestar a alguien sería normal siempre y cuando se llegase a la verdad de la razón de la acción, de las causas, de los efectos, del por qué la gente manifiesta una idea, manifiesta un descontento, de por qué se inventan las leyes, de por qué nos vemos envuelto en tanta basura ajena a nuestra voluntad.
Y a veces por querer sostener amistades, buenas relaciones, buenos tratos, somos simples mártires que nos someten a la vergüenza de ser vejados y en la mayoría de los casos sin tener culpa alguna de acontecimientos que cambian el curso de la historia, somos espectadores viendo una bola de fuego pasar a nuestro alrededor, cada día una y otra y otra, capaces de acercarse tanto a nuestro ser que podemos sentir su calor hasta el día en que una de esas tantas bolas de fuego choca directamente contra nosotros.
Es cierto, el mundo está en una alianza muy estrecha con el diablo y habrán muchos que lo vean así, pero hasta los ateos que no poseen creencia alguna se mantienen firmes a la creencia de que existe un grupo maestro que nos gobierna, esa es su religión y devoción, que quizás no esté muy lejos de la realidad pero así está sucediendo, nos están envolviendo en una causa ajena y pagamos los platos rotos de quienes creen dirigir las naciones de manera justa, nosotros pagamos esa justicia injusta, esa apariencia de libertad plena, esa entrega de nuestro trabajo para señores montados en tronos, sitios altos donde la pobreza no les llega ni les hiede.
Nosotros aquí abajo peleándonos entre nosotros mismos pensando que nuestro igual es culpable de algo, cuando no es así y sin siquiera pensar en que todos los iguales aquí abajo, hemos sido culpables por mantener firme la fe ciega en quienes están en esos tronos, desde donde nos ven como animales, como hormigas obreras cumpliendo el trabajo que debemos cumplir, siguiendo la línea que va del hormiguero a la cosecha y de la cosecha al hormiguero.
Esos hombres colocados en esos tronos día a día van inventando una ley nueva que nos la venden como protección nuestra, pero el trasfondo es una cuota de poder para ellos y para su permanencia en sus respectivos tronos. Esa es la desdicha del ser humano en la actualidad, un ser pensante que se hizo de egoísmo para consigo mismo y su prójimo, su igual, su hermano.