Nada es casualidad y lo es
De a poco se ha fomentado el hecho de expresar que la casualidad no existe porque nada es casualidad, la historia parte de que todos estamos conectados y esa conexión hace que nos mantengamos unidos de algún modo donde los encuentros, los pensamientos, las ideas, entre un montón de situaciones se combinan dando paso a saber que algo ocurrió para estar allí, para pensar igual que otros, para promulgar una ideología en conjunto, para enamorarnos de alguien, en fin.
Nada es casualidad, se dice. Entonces ¿Cómo debemos llamar a esa unión? ¿Cómo debemos bautizar a los encuentros casuales, los pensamientos en sintonía? ¿Cómo salvamos la casualidad que al final sí es casualidad?
También he venido pensando en cómo llamar a la casualidad si ya nada es casualidad.
Creo que seguiré diciéndole casualidad a lo que ocurre por casualidad, su procedencia es imprevista e incierta, pero en el trasfondo siempre será por una conexión que va más allá de lo real o tangible de este mundo.
Quizás la ciencia investigue acerca de la casualidad y dejará de ser lo que es, y mientras no arroje una premisa, una teoría y una práctica certera de dónde se origina, todo será casualidad.