Extraño muy poco para lo mucho que extraño
Extraño algunas vidas que me hicieron saber que mi vida no vale si no existen otras vidas. Extraño algunas aceras, algunos caminos, algunas avenidas que me condujeron hasta los destinos en que debía estar. Extraño algunos ruidos, algunas canciones, algunos sonidos que marcaron el ritmo pausado del caminar. Extraño algunas voces, algunas palabras, algunos gritos, algunos susurro que produjeron muchas maneras de interpretar. Extraño las miradas que me hicieron valer por pequeños instantes de tiempo. Extraño los paisajes que me hicieron respirar y suspirar en muchos momentos de nostalgias, de sueños, de anhelos.
Reviento en el silencio escuchando pensamientos de lo que extraño, de lo que añoro, pero esa sensación de angustia, desesperación, anhelo de volver a tener presente todo eso que extraño, recuerdo que por todo eso también estoy donde estoy, porque cada paso marcado conjuntamente con todo ese conglomerado de situaciones, personas, paisajes, sonidos, forjaron un camino en el que me llevó hasta el lugar que hoy me acoge y me hace recordar todas esas cosas que extraño.
La paciencia a veces no es tan infinita como para no sentir la explosión de sentimientos, pero hasta para la paciencia hay una cura, no siempre es la misma para cada persona que extraña y se impacienta, porque cada organismo es un mundo dentro de otro mundo, una estrella dentro de un planeta, un hilo entrelazado en la alfombra que cubre el camino que muchos llaman vida.
