Balones en el desierto
Este año se celebra en África un mundial de fútbol más para la historia del hombre, según es primera vez que se celebra un evento de tal categoría en dicho continente, a pesar que ya varios países de ahí han participado en el torneo.
Siempre se hecha una broma con los entrenamientos de los jugadores de los equipos africanos, que si entrenan con cocos, corren para escapar de un león, cosas así jocosas que probablemente en la vida de cada jugador no escapa de su realidad.
Siento satisfacción que se decidió realizar el mundial en el continente negro, sin embargo, siento tristeza pensar que es un continente tan rico en recursos naturales como en gente y en gran parte del continente viven en las miserias y pobrezas más extremas que podamos imaginar ¿Es en realidad un mundial de fútbol lo que necesita África?.
Solo veo balones en el desierto esperando por muchos niños, hombres y jóvenes que sienten la pasión del juego como sus familiares lejanos, los brasileños. Están dejados y olvidados por la necesidad de coger un arma y defenderse, sometidos bajo la sombra de los autores de la pobreza, aquellos que intercambian armas por “riquezas”, destruyendo la mejor de todas, su gente.
¿Serán juegos en vano o simplemente un reconocimiento de dignidad, de reconciliación?
A veces pienso que las únicas batallas que se deben librar en el mundo son las deportivas, porque intercambiamos talentos y destrezas dignas de la humanidad.
