Rapsodia de lo sentido
La espalda fue más ancha que la visión por la vida. Aquellos anaqueles que le vaciaron. La canción de campaña, difusión de torpezas, propaganda de libertad, tributo a la riqueza, cual diezmo de domingo, buscando redimirse por la pena de no buscar más el perdón. Yo no hago canción, tampoco compongo piezas, pero sé que la razón entra por un costado cuando el hambre llega, cuando el polvo de los pies descalzos hacen callo en la paciencia. Veo la procesión, veo la nobleza, veo la voluntad pero también se interpone la soberbia.
Calla, no hables más de conciencia, que cuando diriges tu abuso en contra de tu peso la balanza se voltea. Pide sanar tu corazón, pide contigo mismo una clemencia, porque mientras más daño produces tu cuenta en un banco se incrementa. El ahorro desde pequeños nos enseñan, pero a veces los bancos también cierran. No esperes un cheque en blanco o con una cifra ajustada a tu conciencia, la salinidad del mar de la Internet corroe de manera lenta. Tan virtual como virtual la vida el día de hoy se presenta.
Llega a tu destino sin atropellar a nadie, la responsabilidad civil es por cuenta nuestra. Llena el tanque dale chola al carro pero no te comprometas con aquellos pensadores de bicicleta, que no más por andar pedaleando pierden el equilibrio de la libertad. Hijo, cuando llegaste no estábamos en guerra, pero la confusión fusionada al dogma, mucha tela para cortar deja. Con tijeras enterradas en el campo de los sueños detrás de las escuelas, no se pueden cortar los lazos que atan la desunión personal, familiar y social.
Ahora, volaremos con alas, con plumas y con lo poco que nos queda, a volar porque el cazador de especies exóticas llega, cada muro, cada zoo, cada cárcel decorada con nuestra piel y nuestra cabeza, se verá mañana en la prensa, tres líneas, prensadas, comprimidas, disfrazadas. Quiero llorar, pero no hay lágrimas, el depósito está en sequía, porque entre llanto y alegría, no resolví abastecer mi reserva. Las contradicciones lo consumen todo al máximo, como cuando el sol quema y exprime la sal, sudor, agua interna, pero trae la lluvia al otro día.
No sé si tengo razón, si alguna vez pensé y no hablé, si lo dije y nadie escuchó. No sé si el mensaje salió y llegó, pero de alguna manera entre la ionosfera allí está, rebotando, yendo de un lugar a otro, paseando entre las nubes, la gente, el pensamiento y la idiotez. Escúchame viento, interpreta mi susurro, oye mi canto, no es igual al tuyo pero tiene un mensaje, un claroscuro. Viento lento y también con talento, tú que sabes contagiar a los que llevan música dentro, lleva la esperanza y no traigas más desaliento.
Honra la paz, la alegría, el valor. Lleva la hora, lleva el tiempo, carga la angustia, entierra todo eso, lejos y detrás donde no se vea, donde pasen los camiones del aseo. Bota la bota que no vota, por no caminar derecho. Las líneas se confunden en el agua y la arena mojada. De noche el día se esconde, como de día desaparece la noche y no hay luz que la ilumine porque la Tierra se interpone, veo su sombra de vez en cuando tanto en el día como en la noche. Búho no hay prisa, dicen que hay tiempo en el tiempo y segundos de derroche.
¿Qué camino camino? Todos menos uno están torcidos, el de la excepción parece ciego aunque ha sido testigo, de esos que nunca han mirado algo pero dicen que todo lo han visto.