Convencimiento
Si por casualidad existe un ser que cree en la maldad, en la bondad, en lo mejor, en lo peor y dice que no recuerda que existe un dios, pues solo basta recordar la bienaventuranza que dice: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos“, Mateo 5,3-12.
Es complicado hacer entrar en razón o convencer a alguien en el mismo ideal que profesamos, lo cierto es que existen personas que no se dan cuenta y caen en el convencimiento de otra persona y entran en el mundo que esta última quiere que los demás entren. Hay quienes tienen pensamientos e ideales propios, por mi parte los felicito porque no se dejan convencer fácilmente, tienen el privilegio de escoger el camino que quieren.
Sin embargo con esa misma sabiduría y fuerza de carácter propio e inviolable, también se podría usar para analizar los puntos de vista de cada persona, los hechos que los rodea, las causas y consecuencias que les hace ser lo que son, pero como no todo es equilibrado en la vida humana, siempre tenemos el lado débil del asunto y quizás ahí radican las consecuencias de relevancia mundial que afecta hasta el ser más indiscreto de la Tierra.
Un ser que no se deja someter, dominar, convencer o afiliar con otro, lo más probable es que tampoco analice las sugerencias que quizás le hará un bien o que probablemente ayudará a ambos, comenzar una idea distinta muy lejana a la original.