¿Hemos perdido el norte?
No siento tener un norte definido antes solía estar peleado con la educación, con la rutina, las reglas, las normas y lo que los demás decidieran por mí, pero había un norte, una orientación definida. Ese objetivo era estudiar, formarme, crecer, desarrollarme, madurar.
Ahora es parecido, quizás sigo un tanto disgustado por lo que los demás están decidiendo por mí, las normas, la rutina, las reglas, porque todas apuntan a transformar esta era a través de una detonación.
Tanto la rabia como el amor son contagiosos, la balanza hoy se desequilibra y se hace más pesado el odio entre los supuestos líderes, cada quien quiere su tajada y los de aquí abajo recibiendo el aceite caliente sobre nuestras vidas.
Entiendo que existen doctrinas y siguen existiendo esas educaciones, rutinas, reglas, normas. Pero esas decisiones que también todavía existen, siguen haciendo mella en la sociedad ¿no es suficiente como para aplastar ese concepto idealista doctrinario?
¿No es suficiente la inmensidad de muertes, derramamientos de sangre y pérdidas de espíritus por causa de la violencia para establecer una nueva forma de pensar, romper las cadenas de las ideologías, estas normas obsoletas e intentar comenzar de manera diferente?
No quiero parecer ingenuo en lo que pienso y escribo, pero es que lo cierto quizás lo difícil sea sencillo y lo sencillo se ha vuelto incierto por tanta apariencia, tantos sistemas de creencias, tanto adoctrinamiento, tantos encarcelamientos a través del miedo.
Seguimos viviendo entre una pared y muchas espadas.