¿Qué tan profundo podemos caer?
Oír la noticia acerca de un asalto a unos bomberos en plena faena, ver mujeres literalmente pariendo en los jardines o los pasillos de un hospital, cunas hechas con cajas de cartón, entre otras noticias que nos colocan en una posición muy cercana a la de cualquier animal, es saber que hemos caído muy profundo en el abismo que hemos decidido usar como deporte extremo.
No es un problema exclusivo de Venezuela, a nivel mundial se observan casos similares, pero como mi sociedad más cercana es Venezuela, hago referencia de lo que vivo de mi país, es imposible poder ocultar estas noticias y creer que estamos bien porque no lo estamos, no estamos bien, allá quienes mantienen la firme convicción de quienes ahora administran los recursos financieros de la nación, porque son simples pasajeros de un momento de poder, pero que están haciendo costar millones de deudas morales a la sociedad.
Se pueden observar personas peleando por leche, harina P.A.N., papel higiénico, entre otros rubros que están escaseando, pero la defensa más popular del gobierno y sus seguidores es: sabotaje. Una palabra que ya está muy rayada pese a que la gran mayoría de los negocios administrativos, empresariales, de transporte y otras áreas, están en manos del gobierno, me cuesta creer que las consecuencias son por efectos de un sabotaje. Pero se puede caer más profundo si así se quiere.