El nuevo orden fundamentalista
Nunca he conocido personas más sectarias que aquellas que creyendo tener la razón y verdad de todo, devalúan tu pensamiento crítico. Será porque crecí en un ambiente muy criticón y merezco esa división, o como dicen: me la genero yo mismo. Pero crear una división limítrofe tanto física como moral o racional, es caer en un juego de incongruencia con respecto a lo que profesan.
En esta vida, a estas alturas de conocimiento, comunicación y sensibilidad, muy diferente a la del siglo XVII, existen grupos o gremios que se forman a partir de una ideología, alguien en algún lugar expone una “revelación de la verdad” y, de manera ciega y expedita, muchos empiezan a seguir esa revelación y esa verdad, pero nadie se pregunta cómo salió esa verdad, de dónde se originó, quién la formuló, quién la está difundiendo, por qué se está difundiendo.
Ciertamente, el mundo está cambiando de una consciencia a otra, en muchos sentidos y aspectos, son grandes las masas de personas que marchan a través de muchas ciudades en el mundo enarbolando banderas en pro de alguna ideología. Pero ay de ti si se te ocurre opinar, no se puede, no se puede emitir una opinión que esté tan siquiera a una palabra en contra de dichas manifestaciones. Es increíble, es como aquella época de brujos y herejes.
Lo cierto es que quienes manifiestan en pro de una nueva ideología cuando son observados y criticados, se comportan mucho peor que quienes les abrieron las puertas para hacer realidad sus sueños de manifestación hacia un nuevo porvenir de sus ideas, son radicales, tanto como los fundamentalistas.
Estoy claro que no soy perfecto ni tengo la verdad absoluta, esa es la defensa más sutil que pudieran decirme, no tener la verdad absoluta. No me ofende eso, me ofende el hecho de no abrir sus mentes tanto como la abrieron cuando quisieron darle una vuelta al mundo y hacer que cada día sea un mundo al revés.