Como el niño
A veces me siento como un niño ansioso por terminar la tarea para salir al patio a jugar, a divertirme. Pero esa sensación se pasa cuando en el trasfondo empiezo a pensar que debo pagar el alquiler, el servicio eléctrico, el servicio de agua, el servicio de gas, el servicio del servicio.
Entonces ese niño que se entusiasma en terminar el trabajo porque cuando finalice saldrá a jugar en el patio, empieza a deprimirse porque al día siguiente tendrá que seguir trabajando sin poder jugar a la pelota, sin poder divertirse.
Y muchos dirán que la vida es un juego que debemos saber jugar la vida, pero la realidad es que la vida no es un juego, la vida se conforma de muchas cosas y parte de esa conformación están los juegos. Ciertamente como niños, los adultos también necesitamos divertirnos y tener tiempo de esparcimiento para no embotarnos de trabajo y más trabajo.
Sin embargo, más allá de los juegos y los trabajos, también estamos quienes soñamos y queremos hacer realidad dichos sueños, materializar lo que nos impulsa precisamente a trabajar, a gozar la vida de un modo distinto y que también debería ser incuestionable. Así como muchos desean perderse en el alcohol liberando su estrés del día a día, otros preferimos desarrollar esos sueños.
Y el constante trabajo sin pausa para salir de lo primordial para luego pasar a esos sueños empieza a pesar, empieza a generar cansancio porque el trabajo no termina y el sueño sigue ahí latente, diciéndote: oye, aquí estoy, no me he ido y espero por ti. Día tras día, momento a momento.
Y así como un niño entusiasmado sin menospreciar la responsabilidad, voy haciendo el trabajo para salir rápido al receso, para jugar a la pelota, para cumplir con mis sueños. Pero cada día se van alargando las horas, se van reduciendo los descansos y se van desvaneciendo los sueños.
No nos enseñan a cómo ganarnos la vida haciendo realidad los sueños, pocos han salido de la caja y han logrado ese objetivo, bueno, quiero creer que lo han hecho así porque muchas veces es una pantalla de mero marketing.
De algún modo tendré que aprender a soltar lo que no me pertenece, a dejar pasar la integridad y la ética que dictamina la sociedad como ética, porque posiblemente la integridad y la ética principal es la que debemos hacer con uno mismo, siempre y cuando no perjudique a los demás.