Merecemos practicar más algunas cosas
En el juego del vencedor nadie “en su sano juicio” mide el valor de los sentimientos y habilidades de una persona, cada quién va por su lado como caníbal apostando por llegar primero y rápido a la cima, pero yo me pregunto: ¿A la cima de qué?
Nos cuestionamos mucho cuando dejamos pasar una oportunidad o cuando fallamos en lograr una meta determinada, cuestionamos el doble de lo mucho a quienes por alguna razón viajan un trayecto del camino a nuestro lado.
Son pocas las personas que honran y se sienten orgullosas del triunfo o logro de otras, son pocas las personas que hoy, en esta era de microsegundos, van dando la mano y haciendo firmes sus pasos mientras hacen sólidos los pasos de otras.
Vemos con gran interés la vida chismosa del vecino pero con muy poca importancia de valor. Vamos jugando un juego “honorable y diplomático” con trampas sucias debajo de la mesa, no estamos midiendo las consecuencias a corto, mediano y largo plazo, vamos porque vamos y ya.
Tampoco es cuestión de generalizar porque así como la mayoría va, existen grupos que poco a poco construyen sociedad a través de la enseñanza de la interpretación, el dar, la paciencia, la escucha, la comunicación y el respeto.
Esos grupos se están formando a partir de un cansancio propio de esta faena injustificada del tiempo inmediato. Merecemos practicar un poco más la contemplación, respiración profunda y reflexión.