El niño de oro
Hoy recordaba mucho esa película protagonizada por Eddie Murphy en donde él debía proteger al niño si no me equivoco de culto budista, recordaba específicamente la escena donde él debe ingresar a una cueva para buscar una daga, pero para llegar al extremo donde está ubicada la daga, debe pasar por un camino de columnas cilíndricas muy pequeñas, con espacio para un pie, debe ir saltando de columna en columna, pero el tema es que cada columna está suspendida en el aire, sobre un vacío interminable y, por si fuera poco, debe llevar en su mano un vaso con agua sin derramar una sola gota.
Era una tarea casi imposible, casi por ser escena de ficción y preparada, pero haciendo una analogía de la escena a la vida real, pareciera que el camino de columnas es la vida, cada paso, cada salto de una columna a otra es como cada experiencia, se va aprendiendo, tomando equilibrio, ese vaso con el agua, lo veo como nuestras amistades y familia, siempre llevándolos ahí, en los momentos malos y buenos.
Pero saber que al final de ese camino ese vaso será el respaldo para obtener el trofeo, es el compromiso de no dejar caer ni una gota, toda el agua, todos los amigos, toda la familia o cualquier persona conocida, es indispensable para cruzar ese camino.