La civilidad del venezolano
Vengo pensando y meditando buen tiempo acerca de la situación en Venezuela, no he querido saber nada del país por muchas razones, la principal por mi estado anímico y si se quiere de salud, perjudica el estado de salud el pensar y sentir las barbaridades que ocurren, pero como quienes permanecen dentro también agotaron los recursos, pues, mejor dreno un poco lo que he venido pensando.
Este año mataron a más de 100 personas durante protestas que eran pacíficas y que realmente sí estaban dentro del marco legal, si Venezuela como nación se considera un país democrático, es justo y valedero que el pueblo, poder absoluto y mayoritario dentro del sufragio, tenga el derecho a protestar y manifestar que muchas cosas van mal, que toda esa confianza puesta sobre quienes gobiernan se fue por una tubería hacia el lado oscuro de la fuerza y no volvió a la luz nunca jamás.
Tanto gobierno como oposición política, han venido jugando un juego sucio que dejó saldos de sangre en las calles, dejó personas tristes, arruinadas, desesperanzadas, dejó una ruina familiar, social, económica y política. Dejó un desierto en Venezuela donde ya ni hay rastros de lo que es el ser venezolano. No hay político sincero, toda la sinceridad está confiada en la moneda y el billete, que bien sabe responder a la hora de tener poder sobre los demás.
Es fastidioso decir: lo dije; pero por mucho tiempo vengo manifestando el peligro del fanatismo en todos los sentidos, el fanatismo desconecta a la persona de la realidad o las múltiples realidades, cada quien con su tributo al descaro de la distracción que los emboba como quien va por la calle caminando con su celular en la mano. Mientras Venezuela siga siendo fanática de béisbol, fútbol, Miss Venezuela o cualquier otro mecanismo de distracción, seguiremos fracasados como país.
No digo que no nos guste un deporte o un programa, digo que existen prioridades de razón, de peso y moral.
Por otro lado, entre tanto debate, “diálogos”, manifestaciones, sufragios, no olvidemos que Smartmatic manifestó que el CNE hizo fraude, ahora se vienen otras “elecciones” sabiendo que ya hay fraudes implícitos. Se realizó un plebiscito que ahora no se sabe a ciencia cierta si fue válido o simplemente otra distracción. Nos metemos tanto el pie a nosotros mismos que ya no sabemos si nuestro pie es de nosotros o fue un órgano donado que aún no se ha conectado a nuestro cerebro.
Entre tantas dudas y pensamientos, no sé si soy indicado para manifestar y decir estas cosas, pero luego reflexiono: nací en Venezuela, estudié, viví y trabajé allí, fui un buen ciudadano, respeté a todos por igual: chicos, grandes, ricos, pobres. Y aunque esté fuera de Venezuela, todavía me duele, escucho el audio de César Miguel Rondón entrevistando a Laureano Márquez y Laureano me da aliento de esperanza y valor, porque cada persona que tiene un lazo con Venezuela sí tiene el derecho a manifestar.
Tenemos el derecho a exigir y poner las cosas en su lugar, así sea desde la distancia, pobre de aquel que se beneficie a la distancia y no diga nada de la realidad venezolana, sí me duele ver a Venezuela así, me duele su gente, es lo que realmente me duele, porque como dice Laureano: “Yo apuesto a la civilidad del venezolano… Y no podemos dejar de hacer lo que el mandato moral nos manda hacer.“