Distracción y depresión
Facundo Cabral
Él decía que no estamos deprimidos, estamos distraídos, ciertamente tenía razón, cada ser humano está en su mundo distraído en sus quehaceres que por un momento de tiempo muy prolongado, nos distraemos a tal punto que la vida pasa y pensamos que nada fue significativo, solo unos pocos recuerdos y momentos vividos valieron la pena.
Cuando todo se junta
No quiere decir que nos cae una plaga indescriptible de cosas atroces que nos llevan a un caos interno de sentimientos que hacen disminuir el optimismo, cercenar la paciencia y congelar nuestros pensamientos, con el único consuelo culposo en que cualquier brujería nos habrán echado.
Cuando todo se junta, es porque creemos que todo lo malo sucede en un mismo momento, pero quizás no es así, y es que nuestros pensamientos están volando tan deprisa que asumimos que lo que nos pasó ayer pertenece también al hoy que estamos viviendo, ciertamente pudo estar cerca un hecho de otro, cada cosa tuvo su momento y probablemente decidimos esperar para que ahora sí, salieran simultáneamente, en el mismo momento.
Dejamos acumular tantas cosas adentro de nosotros que cuando salen y nos perjudican, a lo más inmediato que acudimos es a decir: todo se junta.
Cadena de distracciones
Creo que la cadena de distracciones es un sinnúmero de hechos que inciden en uno y en los demás, es decir, si me distraigo en mi trabajo y solo estoy en eso, 24 horas al día, los 7 días de la semana, y no brindo un poco de vida a otros panoramas, a otras personas, esa distracción en mi trabajo, incide tanto en mí como en quienes me rodean, no he compartido lo suficiente con quienes quizás están a su vez distraídos en sus cosas, que también necesiten una atención diferente para sacarlos de ese estado.
En la actualidad muchos viven distraídos en sus quehaceres y no está mal, pero es ocupar el tiempo necesario y justo para cada fragmento de vida que nos toca vivir, porque si nos embotamos o nos sumergimos en una sola cosa, pudiera llegar a ser frustrante voltear la mirada y notar que muchas cosas pasaron a nuestro alrededor sin darnos cuenta, avanzó la Tierra en el espacio y nos dejó un tiempo que no regresará. Entra en juego la depresión.
Hay quienes notarán que valió la pena encerrarse en unas paredes de solo una vida, una cosa, pero finalmente no están cayendo en cuenta que alrededor vivía gente esperando compartir una parte, una porción pequeña de esa vida encerrada, es donde creo que se convierte en una cadena, porque repercute y transforma una distracción ajena en una depresión propia y viceversa.
La tecnología y los mundos
Ya todos comentan que la tecnología nos ha dado puertas y ventanas hacia nuevas fronteras, nos ha brindado una manera distinta de ver la vida, pero también, nos ha acorralado en parámetros de comercio, de borregos, de consumo, de más distracción.
Hoy, cualquiera puede tener una persona cerca a través de la conexión de un teléfono móvil, pero a su vez, puede tener lejos a quien físicamente está a su lado. Son ironías de la vida. Incluso se han visto casos en los que podemos ir por la calle caminando distraídos sin ver a quién atropellamos, por el simple hecho de leer o escribir a través del teléfono móvil o la tabla o cualquier otro dispositivo tecnológico.
Se pierden vidas por la tecnología, debemos aprender a darle buen uso, debemos aprender a estar en el sitio en el que estamos y la tecnología a un lado, solo para cuando realmente se necesite o tengamos las condiciones óptimas para transmitir un mensaje o simplemente distraernos de manera consciente.
Cada persona es un mundo y cada quien tiene su tecnología que lo respalda y lo distrae. Un zombie por doquier.
Depresión como producto
Si pensamos desde otra concepción el porqué existe un gran número de personas padeciendo de depresión en el mundo, pudiéramos concluir que es por el simple hecho de crear una necesidad que permita tener un consumidor en potencia para lograr vender productos antidepresivos de cualquier índole.
La panacea del momento, intentar convertir a un ser viviente en un agente consumidor pleno y estimulado por cualquier objeto o una nueva tendencia que salga al mercado y cale entre la población, será un posible árbol fértil capaz de soportar la trepadora rama del consumo. El generar depresión por una u otra «realidad ficticia», pudiera ser bien aprovechada para vender: píldoras, chocolates, comida, pasteles, videojuegos, armas de fuego, películas, series de televisión; en fin.
Buscar una manera de satisfacer o voltear la tortilla hacia un supuesto lado positivo que doblegue la depresión que sentimos al momento de estar realmente en un estado de distracción.
Libertad
Muchas veces nos sentimos deprimidos porque pensamos que no tenemos libertad, pero resulta que sí, sí tenemos libertad plena, pero la misma distracción en nuestro pequeño mundo hace que establezcamos leyes, condiciones, comportamientos, incluso ideales tan absurdos que nos encierra en una frontera delimitada por banalidad, muros antinaturales, ajenos a la condición física y espiritual del ser humano.
La depresión más grande que tenemos los hombres en este mundo, es el sentido de la libertad, porque se ha cuestionado y se ha propagado una desinformación de lo realmente verdadero para el hombre y con el hombre. Este mundo que hemos permitido con gente en diferentes poderes distrayendo a una gran masa de gente esclavizada, nos condena en opiniones y acciones que según la sociedad dictamina como buenas o malas, una es vivir en plena libertad pero con un resultado ambiguo, porque puede ser bueno como puede ser malo, depende de la condición y la orientación de la libertad.
Forma parte de un conjunto de normas hechas a la medida de un número menor de personas que realmente viven en libertad o libertinaje, cometiendo injurias sin que existan juzgados que los condene, porque han ido creando un poder casi absoluto en donde temen a la mayor población y en dicho temor lanzan un montón de distracciones al alcance de todos, para todos y «por el bien de la humanidad», produciendo en muchos una inexplicable depresión.
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Mayo, 2016